En Babilonia, en el Antiguo Egipto, en Israel, en Persia, en la India, en China, en Japón ya se lo planteaban el significado de los sueños, mucho antes de la aparición de la escritura. Y también se conocían los efectos terapéuticos de la interpretación de los sueños. De este modo, el hombre antiguo daba y encontraba un sentido a sus sueños utilizando el lenguaje de los signos, de los símbolos, de los mitos y de las creencias. Mas tarde, en los países islámicos la oniromancia fue el último arte adivinatorio aceptado por el profeta y predicado a los creyentes. Estos elaboraron un verdadero código moral o deontológico para la práctica, que nada debe al sistema elaborado por nuestros psicoanalistas actuales.
Los sueños son siempre premonitorios en el sentido de que nos avisan de un hecho, de un acontecimiento, de una situación que vendrá. Pero, ¿Cómo interpretarlos? El sueño es una función vital; sin vida onírica mientras dormimos, no podríamos sobrevivir. Sin embargo, la propensión al sueño no es exclusiva de la vida nocturna. En estado de vigilia también se sueña. No nos referimos al hecho de especular, de imaginar, de esperar, de querer o desear, sino a los sueños que tenemos despiertos: esos cortos instantes de evasión en el que espíritu se libera, deriva, instantes durante los que estamos inmersos en un estado que tal vez se sitúa entre la vigilia y el sueño. Hablamos de cuando tienen que repetirnos varias veces lo mismo para que lo entendamos, lo comprendamos y reaccionemos, pues estamos tan absortos en nuestras preocupaciones que nos alejamos del mundo real. Desde siempre, el hombre sueña igual que respira y, a veces, sus sueños se hacen realidad.
Un método sencillo que se inspira en las técnicas de la oniromancia tradicional consiste en redactar un diario. Procúrate un cuaderno o una libreta y, cada vez que recuerdes un sueño escríbelo sin descuidar ponerle su fecha. No te detengas en pensar que es totalmente fantástico, irreal, irracional, absurdo. Lo esencial es que puedas volver a el y que lo puedas contar. Al redactarlo, no busques efectos de estilo. Se tan espontáneo y conciso como te sea posible. En cierto modo, al escribir tu sueño, te liberas de el y podrás reflexionar cómodamente. En cualquier momento, podrás leer tu libreta y leer tu sueño. Sin duda, encontraras analogías, concordancias y nexos comunes entre estos sueños y los que tendrás posteriormente, y también escribirás de la misma manera. Para entender el sentido de tus sueños podrás consultar a un bueno diccionario de símbolos. Pero eso no debe impedirte recurrir a un principio de interpretación sencillo, basado en la analogía, los juegos de palabras, los símbolos y la deducción. En efecto, cada uno de nuestros sueños es un enigma. Desvelar un enigma presenta diversos puntos comunes con una trampa policíaca, de ahí la fascinación que ejerce sobre nosotros los grandes detectives de la literatura.
A partir de ahora, para interpretar tus sueños, transfórmate en Sherlock Holmes. <<Donde está la pregunta esta la respuesta>>, dice un precepto de la oniromancia india. Debes saber que, en casi todos los casos, tu eres el único capaz de interpretar tus propios sueños.
Hoy sabemos que, mientras dormimos, estamos inmersos en una fase de ensoñación que engloba cuatro o cinco sueños diferentes, cuando menos. Pero no los memorizamos con exactitud. A veces, al despertarnos, nos encontramos durante un breve instante en un ambiente, una atmósfera inherente al sueño en el que estábamos inmersos justo antes de abrir los ojos. Otras veces persiste en nuestra mente una situación o un hecho que se produjo en el sueño. Otras, esta situación o este hecho nos persigue, nos importuna y puede incluso repetirse varias veces durante diferentes noches. Naturalmente, a estos sueños debemos prestarle una particular atención. En efecto, un sueño que nos deja una fuerte impresión aun despiertos siempre esta cargado de sentido, es portador de un mensaje importante que es necesario interpretar.
Los antiguos practicantes de la oniromancia jamás siguieron un código formal y rígido; al contrario, aplicaban ante todo el gran principio de la filosofía: la ANALOGÍA, y tenían en cuenta observaciones anteriores repetidamente verificadas, adaptándolas con flexibilidad y perspicacia a cada nuevo problema.
En determinadas condiciones psicofísicas (con particularidad en la hipnosis) el ser humano, como sabemos bien, muestra aptitudes para la precognición de acontecimientos futuros, así como para la percepción de objetos y de personas situadas fuera del alcance de sus sentidos físicos.
De modo semejante, el sueño natural se acompaña a veces de percepciones premonitorias. Es perfectamente admisible que las imágenes percibidas se traduzcan entonces en el espíritu del durmiente bajo una forma más o menos vagamente simbólica, y no se necesita más para justificar la antigua creencia en el valor profético de las imágenes que pueblan nuestros sueños".
A continuación incluimos una experiencia vivida por Carl Gustav Jung y narrada en su libro "Recuerdos, sueños y pensamientos":
"Soñé que la cama de mi mujer era una profunda fosa con muros tapiados. Era una tumba y recordaba algo antiguo. Entonces oí un profundo suspiro, como cuando alguien expira. Una figura que se parecía a mi mujer se incorporó de la tumba y surcó los aires. Llevaba una túnica blanca en la que había bordados extraños signos negros. Me desperté y desperté a mi mujer y miré la hora. Eran las 3 de la mañana. El sueño había sido tan extraño que pensé en una defunción. A las siete llegó la noticia de que una prima de mi mujer había muerto a las 3 de la mañana.
Cuando se tienen experiencias de este tipo se toma un cierto respeto por las posibilidades y aptitudes del inconsciente. Sin embargo hay que ser siempre crítico y saber que tales comunicaciones pueden tener un sentido subjetivo, pueden coincidir con la realidad o no.
No le falta razón al eminente psicoanalista pero estamos aquí enfrentados a un hecho concreto: su experiencia es "real" en el sentido de que vio y oyó al familiar de la esposa en el momento y hora en que fallecía. Faltaría dilucidar el por qué de los extraños simbolismos, a saber: la cama convertida en fosa sepulcral "con muros tapiados", la figura que "se parecía a mi mujer" y la blanca túnica "en la que había bordados extraños signos negros".
Evidentemente el Lenguaje de los Sueños es comparable al Lenguaje de las Parábolas: tanto el simbolismo de los sueños como el de las parábolas no debe ser interpretado de manera literal. Para entender su significado es necesario establecer conscientemente una conexión con la misma fuente de tal lenguaje.
Para ello podemos familiarizarnos con sencillas técnicas de meditación o interiorización. Este puede ser un procedimiento eficaz:
PRÁCTICA DE INTERIORIZACIÓN
Siéntese el interesado en un cómodo sillón, o de la forma que crea más conveniente. Relaje muy bien todos los músculos de su cuerpo. Relaje su mente separándola de las preocupaciones habituales (comprenda la inutilidad de pensar en tales instantes). Realice algún acto de devoción según su religión o creencias particulares. Busque " aquello que pueda iluminarle dentro de sí mismo". Ahora, tranquilamente, reconstruya el sueño del cual pretende extraer su significado. Reconstrúyalo con la intención de volver a vivirlo conscientemente. Deje que un poco de sueño se apodere de su cuerpo pero manteniendo la lucidez de la experiencia. Vívalo sin pensar. Despreocúpese y fluirá hacia usted una fuente de ideas intuitivas. Hágase consciente de todas las asociaciones, relaciones e ideas que le vayan surgiendo, por extrañas que le parezcan. Le sugerimos anotar el resultado de estas prácticas en su libreta de sueños.
¿Porque soñamos?
Los neurólogos afirman que la función del sueño resulta de nuestra actividad cerebral y orgánica. Los psicoanalistas freudianos ven en ella efectos compensatorios y fantasmas producidos por la libido, palabra latina que significa deseo, entendido aquí como energía de los instintos y de las tendencias que constituyen el fondo de la personalidad. Los psicoanalistas jungianos explican que nuestros sueños son portadores de mensajes simbólicos, cuya interpretación es un buen medio para conocernos a nosotros mismos, para orientarnos cuando tenemos problemas psíquicos o materiales o cuando atravesamos momentos de confusión.
Los antiguos entendían sus sueños como mensajes enviados por los dioses, para iluminarles, prevenirles, advertirles y guiarles.Como ocurre a menudo cuando los hombres se plantean una cuestión de las llamadas <<Eternas>>, cada especialista tiene una parte de la verdad la cual se encuentra mediante una hábil síntesis de las respuestas que se nos proponen. En cuanto a lo que nos interesa, podemos deducir que nuestros sueños resultan de nuestras funciones cerebrales y orgánicas, que son fruto de nuestros deseos satisfechos o inhibidos, que su desciframiento y su interpretación favorecen tomas de conciencia y que, finalmente, son portadores de mensajes simbólicos esenciales que se manifiestan ante nosotros como medida preventiva, que nos avisan de ciertas situaciones, circunstancias, o acontecimientos futuros, para que podamos prepararnos para vivirlos serena y sabiamente.
Los sueños son siempre premonitorios en el sentido de que nos avisan de un hecho, de un acontecimiento, de una situación que vendrá. Pero, ¿Cómo interpretarlos? El sueño es una función vital; sin vida onírica mientras dormimos, no podríamos sobrevivir. Sin embargo, la propensión al sueño no es exclusiva de la vida nocturna. En estado de vigilia también se sueña. No nos referimos al hecho de especular, de imaginar, de esperar, de querer o desear, sino a los sueños que tenemos despiertos: esos cortos instantes de evasión en el que espíritu se libera, deriva, instantes durante los que estamos inmersos en un estado que tal vez se sitúa entre la vigilia y el sueño. Hablamos de cuando tienen que repetirnos varias veces lo mismo para que lo entendamos, lo comprendamos y reaccionemos, pues estamos tan absortos en nuestras preocupaciones que nos alejamos del mundo real. Desde siempre, el hombre sueña igual que respira y, a veces, sus sueños se hacen realidad.
Un método sencillo que se inspira en las técnicas de la oniromancia tradicional consiste en redactar un diario. Procúrate un cuaderno o una libreta y, cada vez que recuerdes un sueño escríbelo sin descuidar ponerle su fecha. No te detengas en pensar que es totalmente fantástico, irreal, irracional, absurdo. Lo esencial es que puedas volver a el y que lo puedas contar. Al redactarlo, no busques efectos de estilo. Se tan espontáneo y conciso como te sea posible. En cierto modo, al escribir tu sueño, te liberas de el y podrás reflexionar cómodamente. En cualquier momento, podrás leer tu libreta y leer tu sueño. Sin duda, encontraras analogías, concordancias y nexos comunes entre estos sueños y los que tendrás posteriormente, y también escribirás de la misma manera. Para entender el sentido de tus sueños podrás consultar a un bueno diccionario de símbolos. Pero eso no debe impedirte recurrir a un principio de interpretación sencillo, basado en la analogía, los juegos de palabras, los símbolos y la deducción. En efecto, cada uno de nuestros sueños es un enigma. Desvelar un enigma presenta diversos puntos comunes con una trampa policíaca, de ahí la fascinación que ejerce sobre nosotros los grandes detectives de la literatura.
A partir de ahora, para interpretar tus sueños, transfórmate en Sherlock Holmes. <<Donde está la pregunta esta la respuesta>>, dice un precepto de la oniromancia india. Debes saber que, en casi todos los casos, tu eres el único capaz de interpretar tus propios sueños.
Hoy sabemos que, mientras dormimos, estamos inmersos en una fase de ensoñación que engloba cuatro o cinco sueños diferentes, cuando menos. Pero no los memorizamos con exactitud. A veces, al despertarnos, nos encontramos durante un breve instante en un ambiente, una atmósfera inherente al sueño en el que estábamos inmersos justo antes de abrir los ojos. Otras veces persiste en nuestra mente una situación o un hecho que se produjo en el sueño. Otras, esta situación o este hecho nos persigue, nos importuna y puede incluso repetirse varias veces durante diferentes noches. Naturalmente, a estos sueños debemos prestarle una particular atención. En efecto, un sueño que nos deja una fuerte impresión aun despiertos siempre esta cargado de sentido, es portador de un mensaje importante que es necesario interpretar.
Los antiguos practicantes de la oniromancia jamás siguieron un código formal y rígido; al contrario, aplicaban ante todo el gran principio de la filosofía: la ANALOGÍA, y tenían en cuenta observaciones anteriores repetidamente verificadas, adaptándolas con flexibilidad y perspicacia a cada nuevo problema.
En determinadas condiciones psicofísicas (con particularidad en la hipnosis) el ser humano, como sabemos bien, muestra aptitudes para la precognición de acontecimientos futuros, así como para la percepción de objetos y de personas situadas fuera del alcance de sus sentidos físicos.
De modo semejante, el sueño natural se acompaña a veces de percepciones premonitorias. Es perfectamente admisible que las imágenes percibidas se traduzcan entonces en el espíritu del durmiente bajo una forma más o menos vagamente simbólica, y no se necesita más para justificar la antigua creencia en el valor profético de las imágenes que pueblan nuestros sueños".
A continuación incluimos una experiencia vivida por Carl Gustav Jung y narrada en su libro "Recuerdos, sueños y pensamientos":
"Soñé que la cama de mi mujer era una profunda fosa con muros tapiados. Era una tumba y recordaba algo antiguo. Entonces oí un profundo suspiro, como cuando alguien expira. Una figura que se parecía a mi mujer se incorporó de la tumba y surcó los aires. Llevaba una túnica blanca en la que había bordados extraños signos negros. Me desperté y desperté a mi mujer y miré la hora. Eran las 3 de la mañana. El sueño había sido tan extraño que pensé en una defunción. A las siete llegó la noticia de que una prima de mi mujer había muerto a las 3 de la mañana.
Cuando se tienen experiencias de este tipo se toma un cierto respeto por las posibilidades y aptitudes del inconsciente. Sin embargo hay que ser siempre crítico y saber que tales comunicaciones pueden tener un sentido subjetivo, pueden coincidir con la realidad o no.
No le falta razón al eminente psicoanalista pero estamos aquí enfrentados a un hecho concreto: su experiencia es "real" en el sentido de que vio y oyó al familiar de la esposa en el momento y hora en que fallecía. Faltaría dilucidar el por qué de los extraños simbolismos, a saber: la cama convertida en fosa sepulcral "con muros tapiados", la figura que "se parecía a mi mujer" y la blanca túnica "en la que había bordados extraños signos negros".
Evidentemente el Lenguaje de los Sueños es comparable al Lenguaje de las Parábolas: tanto el simbolismo de los sueños como el de las parábolas no debe ser interpretado de manera literal. Para entender su significado es necesario establecer conscientemente una conexión con la misma fuente de tal lenguaje.
Para ello podemos familiarizarnos con sencillas técnicas de meditación o interiorización. Este puede ser un procedimiento eficaz:
PRÁCTICA DE INTERIORIZACIÓN
Siéntese el interesado en un cómodo sillón, o de la forma que crea más conveniente. Relaje muy bien todos los músculos de su cuerpo. Relaje su mente separándola de las preocupaciones habituales (comprenda la inutilidad de pensar en tales instantes). Realice algún acto de devoción según su religión o creencias particulares. Busque " aquello que pueda iluminarle dentro de sí mismo". Ahora, tranquilamente, reconstruya el sueño del cual pretende extraer su significado. Reconstrúyalo con la intención de volver a vivirlo conscientemente. Deje que un poco de sueño se apodere de su cuerpo pero manteniendo la lucidez de la experiencia. Vívalo sin pensar. Despreocúpese y fluirá hacia usted una fuente de ideas intuitivas. Hágase consciente de todas las asociaciones, relaciones e ideas que le vayan surgiendo, por extrañas que le parezcan. Le sugerimos anotar el resultado de estas prácticas en su libreta de sueños.
¿Porque soñamos?
Los neurólogos afirman que la función del sueño resulta de nuestra actividad cerebral y orgánica. Los psicoanalistas freudianos ven en ella efectos compensatorios y fantasmas producidos por la libido, palabra latina que significa deseo, entendido aquí como energía de los instintos y de las tendencias que constituyen el fondo de la personalidad. Los psicoanalistas jungianos explican que nuestros sueños son portadores de mensajes simbólicos, cuya interpretación es un buen medio para conocernos a nosotros mismos, para orientarnos cuando tenemos problemas psíquicos o materiales o cuando atravesamos momentos de confusión.
No cabe duda de que debemos estar atentos a nuestros sueños, a nuestra doble vida onírica, ya que resulta ser un buen medio de entrar en relación y en comunicación con lo absoluto, en comunicación con uno mismo.
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