La teósofa británica Annie Bésant (1847-1933) acuñó el término akáshico que proviene de ākāśa, un término existente en el antiguo idioma sánscrito de la India, que significa ‘éter’ (un fluido impalpable, inmaterial, sutil e intangible, que los antiguos hindúes suponían que penetraba todo el universo y sería el peculiar vehículo del sonido y la vida), que probablemente la primera mención a los registros akáshicos se encuentra en su (The Ancient Wisdom, ‘La sabiduría antigua’, de 1898).
En 1913, el teósofo británico Charles Webster Leadbeater (1854-1934) publicó su libro Man: How, Whence, and Whither?, donde cuenta sus experiencias analizando los registros del éter desde el verano de 1910 en la sede de la Sociedad Teosófica en Adyar (Tamil Nadú, India). Allí cuenta la historia de la Atlántida y otras civilizaciones desaparecidas. También ve en los registros que la sociedad en la Tierra del siglo XXVII estará alimentada por energía atómica.
Son una especie de memoria (de todo lo que ha acontecido desde el inicio de los tiempos) que estaría registrada en el éter. Allí se almacenaría todo lo que ha acontecido desde
el inicio de los tiempos y todos los conocimientos del universo.
Annie Bésant propuso que los antiguos maestros creían que existían unos registros insertos en otra realidad incorpórea, desconocida para la mayoría de los seres humanos. Entre estos «antiguos maestros» incluía a la mayoría de las culturas antiguas conocidas en su época (principios del siglo XX), y según ella, aquellos que pueden acceder a estos registros serían personas con dones espirituales, tales como los chamanes u otro tipo de médiums, los cuales se diferenciarían unos de otros en cuanto al modo de ingreso en dichos registros, pudiendo ser por medio del sueño lúcido, la proyección astral u otras formas de “experiencias fuera del cuerpo”.
Muchos están de acuerdo en que los registros se encuentran en custodia por seres de luz que se llaman Kumaras (Guardián. El vórtice de energía terrestre que los contacta está en Shambala, en el Tíbet, y que el acceder en ellos permite recordar, sin pasar por la muerte, lo que se eligió antes de nacer, ya que por cuestiones de la personalidad y del diario vivir, lo olvidamos y quizás estamos haciendo todo lo contrario o nos encontramos perdidos en nuestra vida, cuando en realidad tenemos una misión que cumplir, un aprendizaje que hacer, patrones de conducta a superar y karma de otras vidas a cancelar, trasmutándolo, pero si uno no está preparado para recibir tal información, no se le proporcionará.
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