Término que se refiere a propiedades de las pirámides, que es refutado por la comunidad científica.
La primera referencia documental del tema se encuentra en los libretos del escocés Charles Piazzi Smyth (Astrónomo Real de Escocia, profesor de esta disciplina en la Universidad de Edimburgo y autor del libro “Nuestra herencia en la Gran Pirámide”). En su edición de 1880, Smyth afirmaba que dedicaba su libro a la memoria del matemático John Taylor que murió en julio de 1864. Taylor, a su vez, había publicado un libro titulado La Gran Pirámide: ¿Por qué fue construida? y ¿quién la construyó? En donde explicaba que las medidas de la Gran Pirámide respondían a una serie de “coincidencias” en la estructura de la construcción, tales como descubrir la presencia del número pi en las medidas de la Gran Pirámide, cuyo hallazgo siempre se había pensado que era de origen griego.
Muchos autores están convencidos de que el punto de inserción entre el corredor ascendente, la Gran Galería en la Gran Pirámide, la boca del pozo y el corredor que lleva a la Cámara de la Reina equivale al año 1 de nuestra Era. En los años setenta el piramidólogo Adam Rutherford publicaba varios volúmenes en los que proponía un sinfín de fechas que, según él, estaban presentes en las medidas de las cámaras que forman la Gran Pirámide. De esta manera, Rutherford señala que la fecha más antigua es la fundación de la casa de Adán en el año 5407 a. C, viendo así los momentos clave de la historia de Israel, el Diluvio (31 de octubre de 3145 a. C.), José en Egipto (1863 a. C.), el Éxodo (1453 a. C.), la construcción del templo de Jerusalén (974 a. C.), la vida de Jesús y su crucifixión (33 d. C.)

Los piramidólogos posteriores se empezaron a interesar en las construcciones de América precolombina (tales como Teotihuacán, la civilización maya mesoamericana, los incas de los Andes), así como los templos del sureste de Asia, postulando que el real propósito de sus edificaciones no era para servir como tumbas, sino con fines más complejos, también se menciona que las medidas de la Gran Pirámide son esotéricamente significativas y que sus medidas geométricas contienen algunos mensajes codificados para la especie humana, y poseedora de poderes sobrenaturales.
Post relacionado:
El triángulo del dragón

Como afirmaba Piazzi Smyth en el prólogo de su libro, Taylor “abrió para la arqueología un camino hacia la luz mucho más puro, noble e intelectual de lo que el estudio de esta ciencia había
disfrutado hasta entonces. Pero la arqueología académica no lo acepta”.
El astrónomo creía que la medida egipcia empleada en la Gran Pirámide era un codo piramidal de 63,435 centímetros que se dividía en 25 pulgadas piramidales de 2,5374 centímetros cada una. Los piramidólogos emplean por extensión la pulgada inglesa de 2,54 centímetros, para realizar sus experimentos. Además el propio Smyth argumentó en su obra que la misma medida, la pulgada piramidal, fue la utilizada para la construcción del Arca de Noé y del Arca de la Alianza de Moisés.
En palabras del investigador Max Toth: “la plataforma fundamental en la que se basan los piramidólogos para aceptar que la pirámide representa una Biblia en piedra es que los resultados de las dimensiones del interior del monumento siguen una secuencia histórica perfectamente clara que no necesita interpretación alguna”.


Post relacionado:
El triángulo del dragón