En diferentes partes del mundo se encuentran relatos que hablan de monstruos alados, como ejemplos más sobresalientes en su tiempo fue el siguiente:
En la revista científica The Zoologist, en su número de julio de 1868, se publicó un
artículo referente a la región de Atacama, Chile, expresando lo siguiente:
«Ayer, hacia las cinco de la tarde, cuando ya habían finalizado los trabajos del día en esta mina y todos los trabajadores se hallaban reunidos esperando la cena, vimos aparecer por el cielo un pájaro gigantesco; al principio creímos que se trataba de una de las nubes que en aquel momento oscurecían la atmósfera, suponiendo que el viento la había separado del resto.
Su rumbo era en dirección noroeste-sudeste, y su vuelo rápido y rectilíneo. Como pasó a poca distancia de nuestras cabezas, pudimos apreciar la extraña estructura de su cuerpo. Sus inmensas alas estaban recubiertas por un plumaje grisáceo; la monstruosa cabeza parecía la de una langosta, y sus grandes ojos abiertos brillaban como tizones; parecía estar recubierta por algo parecido al grueso y rígido pelaje de un jabalí, mientras que en su cuerpo, alargado como el de una serpiente, sólo pudimos apreciar escamas brillantes, que originaban un sonido metálico cuando el extraño animal giraba el cuerpo durante el vuelo.»
Las explicaciones son que quizás se trató simplemente de un montaje periodístico. El “ave del trueno”, supuestamente cazado cerca de Tombstone, Arizona, en 1890, fue otro artículo del Epitaph de Tombstone del 26 de abril de 1890. El relato de lo que al parecer sucedió es muy breve. Dos rancheros que cabalgaban por el desierto cazaron un monstruo alado “que se parecían a un enorme caimán con una cola extremadamente larga y un inmenso par de alas", y que al parecer estaba exhausto. Se aproximaron lo suficiente como para matarlo con el rifle, y después lo midieron. Medía unos 28 m de largo, y la envergadura alar era de unos 49 m. Las alas y el cuerpo carecían de pelo o plumas, y la mandíbula presentaba agudos dientes. Según parece, nadie sabe lo que sucedió con el cuerpo del animal, si es que de verdad existió.
En la década de 1850, un periódico francés informó que en una cantera de Culmont, en Haute-Mamne (Francia), se informa que unos hombres habían descubierto un pterodáctilo vivo. “La criatura salió de una cueva de la roca, y parecía un murciélago del tamaño de un ganso grande. Era de color negro, y la envergadura de las alas era de unos 3 metros”.
También está el caso del “demonio de jersey”, que en los relatos lugareños es igualmente una criatura alada, en el estado de Nueva Jersey. Su refugio se hallaba al parecer en algún lugar de Pine Barrens, una zona remota del sudeste del estado.
Los sucesos comenzaron en enero de 1909, cuando por lo menos en 30 pueblos se informó de la presencia del diablo de Jersey. Una de las primeras observaciones ocurrió el domingo 17 de enero en Bristol (Pennsylvania), cerca de la frontera con Nueva Jersey. A las dos de la madrugada John McOwen oyó unos ruidos extraños y saltó de la cama. Relató lo siguiente: “Miré por la ventana y me sorprendió ver una gran criatura en los diques del canal. Se parecía a un águila... y fue dando saltos por el sendero de remolque”, teniendo también como testigo al guardián James Sackville, quien lo vio en Bristol aquella noche. Dijo que tenía alas y que saltaba como un pájaro, pero que presentaba extrañas características y emitía un horrible chillido. Sackville corrió hacia él, disparándole con el revólver, cuando emprendió el vuelo. El jefe de correos, E. W. Minster, fue la tercera persona de Bristol que vio al diablo de Jersey aquella mañana, volando sobre el río Delaware. El gran pájaro, semejante a una grulla, parecía resplandecer, y se aproximó lo suficiente como para permitir que Minster apreciase varios detalles: “Su cabeza parecía la de un macho cabrío, con cuernos retorcidos, y su largo y grueso cuello se proyectaba amenazadoramente hacia adelante. Tenía alas delgadas y largas; las piernas eran cortas, siendo más cortas las anteriores que las posteriores”.
El martes 19 de enero, a primera hora de la mañana, el señor y la señora Nelson Evans, de Gloucester City (New Jersey), vieron al monstruo en el tejado de su casa durante 10 minutos.
A medida que nos acercamos a nuestros días, las personas que han visto pájaros gigantes comienzan a "identificarlos" como pterodáctilos. En mayo de 1961, un ejecutivo que volaba en avioneta sobre el valle del río Hudson afirmaba “vi a mi lado a un pájaro enorme que apenas si movía las alas, mayor que un águila... se parecía a un pterodáctilo de los tiempos prehistóricos”.
En la revista científica The Zoologist, en su número de julio de 1868, se publicó un
artículo referente a la región de Atacama, Chile, expresando lo siguiente:
«Ayer, hacia las cinco de la tarde, cuando ya habían finalizado los trabajos del día en esta mina y todos los trabajadores se hallaban reunidos esperando la cena, vimos aparecer por el cielo un pájaro gigantesco; al principio creímos que se trataba de una de las nubes que en aquel momento oscurecían la atmósfera, suponiendo que el viento la había separado del resto.
Su rumbo era en dirección noroeste-sudeste, y su vuelo rápido y rectilíneo. Como pasó a poca distancia de nuestras cabezas, pudimos apreciar la extraña estructura de su cuerpo. Sus inmensas alas estaban recubiertas por un plumaje grisáceo; la monstruosa cabeza parecía la de una langosta, y sus grandes ojos abiertos brillaban como tizones; parecía estar recubierta por algo parecido al grueso y rígido pelaje de un jabalí, mientras que en su cuerpo, alargado como el de una serpiente, sólo pudimos apreciar escamas brillantes, que originaban un sonido metálico cuando el extraño animal giraba el cuerpo durante el vuelo.»
Las explicaciones son que quizás se trató simplemente de un montaje periodístico. El “ave del trueno”, supuestamente cazado cerca de Tombstone, Arizona, en 1890, fue otro artículo del Epitaph de Tombstone del 26 de abril de 1890. El relato de lo que al parecer sucedió es muy breve. Dos rancheros que cabalgaban por el desierto cazaron un monstruo alado “que se parecían a un enorme caimán con una cola extremadamente larga y un inmenso par de alas", y que al parecer estaba exhausto. Se aproximaron lo suficiente como para matarlo con el rifle, y después lo midieron. Medía unos 28 m de largo, y la envergadura alar era de unos 49 m. Las alas y el cuerpo carecían de pelo o plumas, y la mandíbula presentaba agudos dientes. Según parece, nadie sabe lo que sucedió con el cuerpo del animal, si es que de verdad existió.
En la década de 1850, un periódico francés informó que en una cantera de Culmont, en Haute-Mamne (Francia), se informa que unos hombres habían descubierto un pterodáctilo vivo. “La criatura salió de una cueva de la roca, y parecía un murciélago del tamaño de un ganso grande. Era de color negro, y la envergadura de las alas era de unos 3 metros”.
Los sucesos comenzaron en enero de 1909, cuando por lo menos en 30 pueblos se informó de la presencia del diablo de Jersey. Una de las primeras observaciones ocurrió el domingo 17 de enero en Bristol (Pennsylvania), cerca de la frontera con Nueva Jersey. A las dos de la madrugada John McOwen oyó unos ruidos extraños y saltó de la cama. Relató lo siguiente: “Miré por la ventana y me sorprendió ver una gran criatura en los diques del canal. Se parecía a un águila... y fue dando saltos por el sendero de remolque”, teniendo también como testigo al guardián James Sackville, quien lo vio en Bristol aquella noche. Dijo que tenía alas y que saltaba como un pájaro, pero que presentaba extrañas características y emitía un horrible chillido. Sackville corrió hacia él, disparándole con el revólver, cuando emprendió el vuelo. El jefe de correos, E. W. Minster, fue la tercera persona de Bristol que vio al diablo de Jersey aquella mañana, volando sobre el río Delaware. El gran pájaro, semejante a una grulla, parecía resplandecer, y se aproximó lo suficiente como para permitir que Minster apreciase varios detalles: “Su cabeza parecía la de un macho cabrío, con cuernos retorcidos, y su largo y grueso cuello se proyectaba amenazadoramente hacia adelante. Tenía alas delgadas y largas; las piernas eran cortas, siendo más cortas las anteriores que las posteriores”.
El martes 19 de enero, a primera hora de la mañana, el señor y la señora Nelson Evans, de Gloucester City (New Jersey), vieron al monstruo en el tejado de su casa durante 10 minutos.
Otros testigos mencionaron que tenía la piel de un caimán, y algunos creían que media más o menos 1,8 metros de altura. La última vez que fue visto fue el viernes 22 de enero, después de lo cual el diablo de Jersey desapareció tan de repente como había llegado. Como explicación estuvo que posiblemente era una histeria colectiva.
Las señales de pezuñas fueron consideradas una falsificación, o bien huellas humanas deformadas y borradas.
A principios de 1976 comenzaron a registrarse informaciones procedentes de Texas acerca de criaturas parecidas a “pájaros gigantes”. La que se difundió por todo el país fue el ocurrido el 1 de enero, en Harlingen, siendo sus protagonistas Jackie Davis (14 años) y Tracey Lawson (11 años). “vimos un pájaro de unos 1,5 metros de alto, de color negro, con grandes ojos de color rojo oscuro; la cabeza era calva, y la cara semejaba la de un gorila, con un pico de 15 centímetros de longitud...”
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