La lluvia roja en Kerala

Han pasado los años tras la lluvia roja que se suscitó en la región de Kerala, en India, el 25 de julio al 23 de septiembre de 2001, cuando una lluvia no usual de color rojo teñía la ropa de los lugareños del ése color, posteriormente informándose de lluvias amarillas, negras y hasta verdes, teniéndose como
antecedentes de este hecho desde 1896.

La causa más aceptada en un principio hablaba que partículas procedentes de la desintegración de un meteorito se posaron en las nubes, luego posteriores investigaciones de una comisión del Gobierno indio aseguraron que la coloración de las lluvias se debía a esporas de alga que se dispersaban por el aire.

Pero a principios del año 2006 se dio a la luz la controvertida hipótesis de Godfrey Louis, de la Universidad Mahatma Gandhi, y Santhosh Kumar, cuando se interesaron en el caso y recopilaron varias muestras, observando, bajo el microspcopio, que el agua no tenía polvo ni arena, sino algo mucho más impactante: estaba plagada de células rojas, muy parecidas a los microbios de la Tierra, pero sin pruebas de ADN, proponiendo que el origen de dichas células era extraterrestre.

Al parecer, los glóbulos rojos son una posibilidad, pero deberían haberse destruido rápidamente al contacto con el agua de lluvia. De hecho, aseguró que se recogieron informes en la región de un ruido similar al de un objeto que superaba la barrera del sonido, adjudicándose de un posible cometa que “salpicó” a las nubes.

Desde entonces, Louis ha continuado con el estudio de estas células, con la colaboración de un equipo internacional que incluye a Chandra Wickramasinghe, un investigador de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) y uno de los principales defensores de la teoría de la panspermia, la idea de que la vida en la Tierra, como en otros mundos, fue sembrada por el impacto de un cometa o un asteroide, de forma que todos somos extraterrestres.

Ahora, según publica el MIT en su revista Technology Review, estos investigadores aseguran que las células rojas se están reproduciendo a temperaturas de 121 grados C, siendo inertes a temperatura ambiente. Las esporas de algunos extremófilos pueden sobrevivir a este tipo de temperaturas y reproducirse a temperaturas menores, pero son pocas las especies microscópicas conocidas que soportan tal cantidad.

Este comportamiento no implica, desde luego, el origen extraterrestre de estas células, y han examinado la forma en que brillan cuando son bombardeadas con luz, y dicen que es notablemente similar a distintos espectros de emisión no explicados en diferentes partes de la galaxia. Uno de estos lugares es el Rectángulo Rojo, una nube de gas y polvo alrededor de una joven estrella en la constelación de Monoceros, aunque no se puede admitir semejante teoría sin más pruebas.

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