A pesar de ser uno de los más importantes monumentos incas, casi nada se conoce aún de Machu Picchu. Todavía hay muchas
preguntas que probablemente nunca lograrán responderse. ¿Para qué se construyó?, ¿cuándo fue construido?, ¿porqué fue abandonado?, ¿porqué los conquistadores españoles nunca supieron nada acerca de Machu Picchu?.
En cierto modo, dada su ubicación estratégica, podría haber sido un centro militar, un puesto de defensa para controlar las posibles rebeliones. También se cree que fue el lugar de descanso ideal del inca, o el mayor santuario dedicado a Pachacutec, que salvó a Cuzco de la invasión Chanca. E incluso podría haber sido un cementerio de mujeres, las vírgenes reales, dedicadas a las deidades y al servicio de los incas.En sus primeras expediciones por los Andes al noroeste de Cuzco, el estadounidense Hiram Bingham oyó hablar de una ciudad perdida y sólo encontraba chozas en ruinas. En julio de 1911, Bingham en compañía de dos amigos científicos, algunos ayudantes indios y un sargento de policía, como escolta, comenzó a ascender el cañón del Urubamba.
Una mañana apareció en su campamento un campesino que les refirió un relato sobre ciertas ruinas que yacían en la cima de la montaña al otro lado del río. El 24 de julio era un día frío y lluvioso, y los compañeros de Bingham estaban exhaustos, sin ánimos de continuar. Bingham logró convencer al campesino Melchor Arteaga y al sargento Carrasco para que le acompañaran.
Primero cruzaron el río, mediante un frágil puente construido por los indios y atado con ramas. Después, subieron la ladera a gatas. Por fin a más de 700 metros, llegaron a una choza de paja, donde dos indios y les dijeron que justo a la vuelta había unas viejas casas y muros.
Tal vez la mayor joya arquitectónica que encierra Machu Picchu sea su conjunto de muros inclinados. En lo alto de la ciudad, donde se cree que los incas rendían culto al Sol, los distintos templos, que constituyen uno de los ejemplos más admirables de sillería primitiva que existe en el mundo, representan el trabajo de generaciones de maestros artesanos. No hay dos piedras iguales; cada una fue tallada para ocupar un determinado lugar, con ángulos caprichosos y protuberancias meticulosamente labradas que encajan unas con otras, como si se tratara de las piezas de un rompecabezas.
Primero vio cerca de cien terrazas de piedra escalonadas, admirablemente construidas, que medían centenares de metros: una especie de granja gigantesca que cubría la ladera y se alzaba hacia el cielo. Todo ello se encontraba medio oculto por un espeso entramado de árboles y matorrales, infestado de serpientes.
En diversos puntos arrancan escalinatas laterales. Algunas escaleras de seis, ocho y diez peldaños, que conducen a un palacio, fueron talladas con su balaustrada de un solo bloque de granito. El sistema de abastecimiento de agua está formado por una ingeniosa procesión de fuentes que divide irregularmente la ciudad desde la parte superior hasta la inferior.
Uno de los descubrimientos más importantes realizado por Hiram Bingham fue el hallazgo de los muros de una mansión, primorosamente tallados, que tienen tres ventanas que miran hacia el sol naciente, tal como la legendaria casa real de donde se dice que partió el primer inca para fundar su dinastía.
No se sabe cuántos siglos antes, ejércitos de albañiles habían construido estos muros, cortando las rocas y transportándolas a mano. Otros tantos obreros habrían llevado hasta allí, quizás desde el valle inferior, toneladas de tierra, para convertir aquel lugar, que aún hoy es fértil, en cultivable. Detrás de las terrazas, parcialmente escondidas por la maleza, había más maravillas.
El agua era conducida por una serie de acueductos de piedra desde los manantiales, que se encuentran a unos dos kilómetros de distancia, en la montaña hasta las fuentes de la ciudad a través de un complejo sistema de orificios practicados en los gruesos muros de granito.
En la construcción no se empleó argamasa; sin embargo, la unión entre dos piedras es tan perfecta que no se puede introducir ni la hoja de un cuchillo. Las principales calles de la ciudad forman escaleras; hay cerca de un centenar, entre grandes y pequeñas. La avenida central va en escalones consecutivos desde el nivel inferior, pasando ante docenas de casas, hasta la cima de la ciudad.
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