Magia en la SS

Hitler sentía ya en 1912 una verdadera pasión por la música de Wagner, particularmente por Parsifal, que exaltaba a los caballeros teutónicos y a la raza aria. Hitler descubrió pronto la fuente en la que se había inspirado Wagner: la poesía medieval de Wolfram von Eschenbach, según el doctor Walter Stein -cuyas observaciones a partir de sus conversaciones personales con Hitler en Viena constituyeron la base de Spear of Destiny (La lanza del destino) de Trevor Ravenscroft- . Le conoció gracias a que compró un ejemplar del Parsival de Eschenbach que primero había pertenecido al joven Hitler. El doctor Stein notó minuciosidad de las notas al margen y el patológico odio racial que demostraban. Entre ellas aparecían numerosas referencias al personaje de Klingsor, que al parecer se inspiraba en un notorio tirano del
siglo IX, el duque Landolfo II de Capua. La ambición de poder de Landolfo le había llevado al estudio de las artes mágicas, y por esa razón fue excomulgado en 875. Pero existía un detalle que debe haber facilitado la identificación de Hitler con el Führer del siglo IX: al parecer, Landolfo había sido parcial o totalmente castrado, ya que Eschenbach lo describía como «el hombre que era liso entre las piernas», examinando los restos carbonizados de Hitler en el bunker de Berlín en mayo de 1945, los médicos militares rusos descubrieron que era monorquídico; es decir, sólo tenía un testículo.
 La manía de poder de Landolfo y su desgraciada similaridad anatómica con él debieron de impresionar al joven Adolf, y existen razones para suponer que lo mismo sucedió con la magia negra. Hitler se fijó en los símbolos mágicos desde el comienzo de su carrera política, además le impresionaban las ideas de Wagner y Nietzsche.
Los círculos pseudointelectuales alemanes, desde principios de la segunda mitad del siglo XIX, estuvieron alrededor de un movimiento compuesto de rituales paganos e ideas relacionadas con la pureza nórdica, inventado por un hombre llamado Guido von List y nació en 1848, era hijo de un rico comerciante en artículos de piel y botas altas -detalle profético- ,cuando tenía catorce años renunció a su catolicismo, jurando que construiría un templo en honor de Woden que era dios de la guerra en la mitología escandinava (también llamado Odín).
Von List contaba ya con un importante grupo de seguidores alrededor de 1870, dedicados a observar las fiestas «paganas» en los solsticios y equinoccios, y lograron tener más en 1875  adorando al Sol bajo la figura de Baldur, el dios nórdico muerto en una batalla, que resucitó luego. El rito se celebró en lo alto de una colina cercana a Viena, y terminó cuando Von List enterró ocho botellas de vino, cuidadosamente colocadas para formar una svástica.
Fue un símbolo de la buena suerte la svástica, ha sido hallada en objetos chinos, mongoles e indoamericanos, aunque jamás, curiosamente, entre los pueblos semitas (judíos y árabes). Los antiguos griegos la empleaban para decorar objetos de cerámica, y los arquitectos medievales como friso decorativo en vidrieras y era motivo de decoración más antiguos de la misteriosa raza vasca. Su nombre en inglés antiguo, fylfot, significa fill foot (rellena pies) ya que era un artefacto que se usaba para «rellenar el pie» de las ventanas.
En los años 20 la svástica (o svastika)  se instauró como la insignia oficial del partido Nazi, Friedrich Krohn, dentista de Sternberg que era ocultista, sugirió el símbolo. Está complementada con un círculo blanco con fondo rojo y para Hitler representaba todos los ideales del movimiento nacionalista ( el rojo simbolizaba la sangre y el ideal social; el blanco el nacionalismo y la pureza de la raza, mientras que la svástica representaría la «lucha por la victoria del ario»), proviene del sánscrito su asti, que significa, traducido literalmente, «bueno es». De hecho la svástica, con sus brazos «suspendidos» como si el conjunto girara en el sentido de las agujas del reloj, simbolizaba el Sol, los poderes benéficos de la luz.
La tradicional svástica orientada hacia la derecha la invirtió Hitler para formar lo que el escritor Francis King denomina «una evocación del mal, la degeneración espiritual y la magia negra», y la intención de cambiar el antiguo símbolo la comprendió el doctor Krohn, ya que era socio de la Germanenorden -Orden Germana- que, con la Sociedad Thule-que tomó su nombre de la fabulosa tierra de Ultima Thule, una especie de paraíso terrenal- , se había apropiado de la organización demasiado amateur de Von List, donde ésta se había quedado en los años anteriores a la primera guerra mundial. Ambas sociedades -que finalmente se volvieron prácticamente intercambiables tanto en las ideales como en los socios- se formaba al principio de oficiales y profesionales alemanes respaldados por prácticas ocultistas convencidos de que había una gran conspiración internacional judía, es por eso que crearon su propia masonería nórdica, basada en el ocultismo, adornada por elaborados rituales, túnicas, cascos vikingos y espadas. Lo que es más importante, la Sociedad Thule comenzó a reclutar nuevos socios en las clases bajas y diseminó materiales antisemitas en sus varios periódicos, uno de los cuales, el Völkischer Beobachter, terminó por convertirse en el periódico oficial del partido nazi.
El arquitecto llamado Ludwig Straniak, otro oculista aficionado, demostró ante oficiales de la armada alemana su aparente habilidad para localizar naves en el mar, haciendo oscilar un péndulo sobre una carta del almirantazgo. Quedaron muy impresionados cuando «encontró» al acorazado de bolsillo Prinz Eugen, que en aquel momento estaba cumpliendo una misión secreta.
 La relación de Hitler con la astrología y la predicción en general se ha debatido mucho. También se ha dicho que poseía poderes precognitivos y que eso le permitió prever la falta de oposición a las invasiones de Austria y Checoslovaquia. Pero el verdadero talento de Hitler era su asombrosa capacidad para juzgar el estado de ánimo político de Europa… y hasta esta intuición lo abandonó cuando decidió invadir Polonia, en 1939.
Sin motivo alguno, en 1934, se tomó la primera medida contra las prácticas ocultistas; la policía de Berlín prohibió todas las formas de adivinación del futuro, desde los de feria hasta los astrólogos de sociedad. Después vino la supresión de todos los grupos ocultistas, incluidas la Orden Germana y la Sociedad Thule, ante la sorpresa y el disgusto de sus socios y ambas contaban con muchos miembros nazis. A Jörg Lanz von Liebenfeis, por ejemplo, cuyos escritos inspiraron buena parte de la mística racial germana, y que se jactaba de haber sido el «gurú» de Hitler y de haberle introducido en los grupos ocultistas, se le advirtió que en el futuro se abstuviera de publicar más obras. Con la única excepción de «miembros del núcleo del partido», como algunos ayudantes personales de Himmler, los ocultistas de todas clases fueron suprimidos u obligados a esconderse en los países ocupados por Alemania en 1940.
Es cierto que Stalin persiguió a masones, cabalistas y grupos similares, pero sólo porque formaban sociedades secretas, no a causa de sus actividades «mágicas». En China, aún después de la revolución cultural, videntes y astrólogos eran mal vistos pero no se tomaron medidas graves contra ellos. Eran objeto de burla, no de persecución. Los regímenes autoritarios no parecen temer las prácticas mágicas como tales.
Tan sólo sobrevivió un movimiento ocultista que aseguran era dirigido por su mago supremo, Adolfo Hitler, y Heinrich Himmler, que eran poderosos magos negros.
Las teorías cosmológicas de un herrero metido a ingeniero llegaron a ser uno de los fundamentos de la visión del mundo nazi, nos referimos a «La teoría del hielo», que era un complicado conjunto de ideas propagadas por un ingeniero austríaco llamado Hanns Hörbiger (1860-1931) y que afirmaba que habían sido creados los planetas por la colisión de estrellas como el Sol con grandes masas de hielo. Hanns Hörbiger, creía que entre «los materiales cósmicos de construcción» que componen el Universo había agua en su «forma cósmica»: hielo. Este hielo forma grandes bloques que giran alrededor de las estrellas jóvenes. Ignorando las leyes de Kepler, que dicen que los cuerpos en órbita se mueven formando una elipse, Hörbiger sostenía que esos bloques de hielo siguen un camino espiral de modo que, finalmente, se precipitan contra la estrella, causando una enorme explosión. La estrella despide entonces una masa de materia derretida que gira y forma un nuevo sistema solar. Además también sostenía que un sistema suyo le permitía predecir el tiempo con exactitud, hasta ocultistas como Pauwels y Bergier en El retorno de los brujos han sostenido que fueron los pronósticos de Hörbiger los que determinaron la desastrosa campaña rusa de Hitler.
La creencia de que los planetas describen una órbita espiral llevó a Hörbiger a afirmar que, originalmente, había cuatro lunas alrededor de la Tierra; la presente es la única que queda. La última colisión de una luna con la Tierra, hace unos 13.000 años, causó, según él, la desaparición de la Atlántida, el continente que los nazis consideraban la cuna de la raza aria.
Himmler quedó muy impresionado por las teorías de Hörbiger e hizo publicar un tratado sobre la teoría del hielo cósmico dentro de una serie de manuales para los SA (ala paramilitar del partido Nazi). Y el mismo Hitler declaró que construiría un observatorio, en la ciudad de Linz, dedicado a los tres grandes cosmólogos: Copérnico, Kepler y Hörbiger.

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