Una narración casi leyenda nos dice que en una población cercana a Barcelona llamada Banjos, en España, en agosto de 1887 unos campesinos que se encontraban trabajando vieron salir de una de las grutas de la montaña a una niña y un niño de pigmentación verdosa los cuales hablaban en un idioma desconocido, vistiendo ropas de un extraño tejido. Parecían una mezcla de razas pues sus rasgos faciales eran semejantes a los de la raza negra, pero sus ojos eran rasgados como la raza oriental.
Llegados desde Barcelona, especialistas intentaron sin éxito identificar de qué idioma se trataba, pronto pudieron comprobar que la constitución orgánica de las
extrañas criaturas era diferente a la humana. Carecían de páncreas y poseían un solo pulmón, aunque algo mayor en tamaño que el del cuerpo humano y del estudio químico de la constitución de la piel se descubrió la existencia de fibras desconocidas en la Tierra. Posteriormente fueron entregados en custodia a Ricardo de Calno que era un juez local. A pesar de intentar alimentarlos con toda clase de alimentos, rehusaron comer, especialmente proteínas, hasta que cedieron ante un plato de “judías verdes y guisantes”. El niño, de menor fuerza física, fue debilitándose hasta que falleció; y la niña sobrevivió durante algunos años trabajando como sirvienta en casa del juez.
Tras aprender a hablar español fue capaz de describir el lugar de dónde procedía y cómo había llegado hasta allí. Aseguró que su “mundo” pertenecía al subsuelo y en ese mundo. Dos días antes de haber sido encontrados a la salida de una gruta, se produjo un maremoto que inundó su territorio. Los dos pequeños seres pudieron escapar por una cueva cercana al río desbordado, saliendo por ella al exterior.
El citado pueblo, Banjos, es un pueblo fantasma. Diversos profesionales de la comunicación, historiadores y antropólogos han intentado en vano localizar el pueblo. Tampoco debemos olvidar que unos 2000 pueblos españoles desaparecieron al ser destruidos por la Guerra Civil o quedar deshabitados; una circunstancia que dificulta el trabajo de búsqueda, si es que realmente llegó a existir alguna vez este lugar.
Una televisora española también se ocuparía de esta historia en el programa Un país de Sagitario, el 14 de septiembre de 1985. En ese programa se centrarían exclusivamente en la versión dada por Jacques Bergier. En ella se introduce la aparición de un sacerdote, enviado por la Universidad de Barcelona para que intentara averiguar la lengua en la que se comunicaban los niños. Posteriormente ese sacerdote depositaría sus investigaciones en el Archivo General de la Universidad. Huelga decir que tampoco se ha podido descubrir nada al respecto. Ni rastro del sacerdote ni de sus averiguaciones en el archivo de la Universidad.
Por su parte el investigador Armando Galant realizó una exhaustiva investigación en diferentes lugares que tenían una raíz etimológica bastante próxima. Así tomó contacto con los alcaldes de las poblaciones de Bancó (Barcelona) Bajol y Banyoles (Gerona), cap de Banyos (Menorca), Bango (Asturias) … pero nadie supo dar pistas del suceso. Entre los muchos investigadores e investigadoras que han seguido la pista de esta supuesta leyenda debo destacar tres nombres – conocidos dentro del mundo de las paraciencias- que dedicarían algunas páginas sobre sus averiguaciones en diferentes ensayos: Fabio Zerpa en “Los Hombres de negro y los ovnis”; Jacques Bergier en “Los extraterrestres en la Historia” y Armando Galant en “El gran enigma de la Tierra”.
Existe una similar versión pero que ocurrió en el siglo XII en el condado de Suffolk en Gran Bretaña. Ralph Coggeshall, Abad de Coggeshall y de William de Newburgh son las personas que nos narran en un manuscrito: Los habitantes de Woolpit en el condado de Suffolk encontraron cerca de la boca de un hoyo a un niño y a su hermana, con el color de la piel distinto del de todos los seres de nuestro mundo habitable. Toda la superficie de la piel aparecía teñida de un color verde. Nadie podía entender su lenguaje. Cuando los llevaron como curiosidad a casa de cierto caballero, sir Richard De Calne, en Wilkes, lloraron amargamente. Colocaron ante ellos pan y otras viandas, pero ni las tocaron, a pesar de que estaban desfallecidos. Llevaron a la casa algunos frijoles y con ellos se alimentaron largo tiempo sin probar otra cosa. El niño estuvo siempre lánguido y abatido; moriría al poco tiempo. La niña gozaría de mucha mejor salud, viviendo muchos años al servicio del caballero y de su familia. Al ser interrogado por el lugar de procedencia, la niña siempre contó que todo cuanto existía en su “país” era de color verde, y en su mundo gozaban de un tono de luz crepuscular de forma constante. Llegaron hasta el exterior mientras seguían a sus rebaños, tras ascender por una caverna a la par que se deleitaban con una suave música de campanillas. Atraídos por la melodía, avanzaron por la gruta hasta desembocar en nuestro mundo. La excesiva luz les dejó sin sentido durante largo tiempo, hasta que las gentes de Suffolk les despertaron. Trataron de huir, pero no lograron hallar la entrada de la caverna.
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Tras aprender a hablar español fue capaz de describir el lugar de dónde procedía y cómo había llegado hasta allí. Aseguró que su “mundo” pertenecía al subsuelo y en ese mundo. Dos días antes de haber sido encontrados a la salida de una gruta, se produjo un maremoto que inundó su territorio. Los dos pequeños seres pudieron escapar por una cueva cercana al río desbordado, saliendo por ella al exterior.
El citado pueblo, Banjos, es un pueblo fantasma. Diversos profesionales de la comunicación, historiadores y antropólogos han intentado en vano localizar el pueblo. Tampoco debemos olvidar que unos 2000 pueblos españoles desaparecieron al ser destruidos por la Guerra Civil o quedar deshabitados; una circunstancia que dificulta el trabajo de búsqueda, si es que realmente llegó a existir alguna vez este lugar.
Una televisora española también se ocuparía de esta historia en el programa Un país de Sagitario, el 14 de septiembre de 1985. En ese programa se centrarían exclusivamente en la versión dada por Jacques Bergier. En ella se introduce la aparición de un sacerdote, enviado por la Universidad de Barcelona para que intentara averiguar la lengua en la que se comunicaban los niños. Posteriormente ese sacerdote depositaría sus investigaciones en el Archivo General de la Universidad. Huelga decir que tampoco se ha podido descubrir nada al respecto. Ni rastro del sacerdote ni de sus averiguaciones en el archivo de la Universidad.
Por su parte el investigador Armando Galant realizó una exhaustiva investigación en diferentes lugares que tenían una raíz etimológica bastante próxima. Así tomó contacto con los alcaldes de las poblaciones de Bancó (Barcelona) Bajol y Banyoles (Gerona), cap de Banyos (Menorca), Bango (Asturias) … pero nadie supo dar pistas del suceso. Entre los muchos investigadores e investigadoras que han seguido la pista de esta supuesta leyenda debo destacar tres nombres – conocidos dentro del mundo de las paraciencias- que dedicarían algunas páginas sobre sus averiguaciones en diferentes ensayos: Fabio Zerpa en “Los Hombres de negro y los ovnis”; Jacques Bergier en “Los extraterrestres en la Historia” y Armando Galant en “El gran enigma de la Tierra”.

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